En estos momentos que estamos viviendo de incertidumbre, donde cada día se ha convertido en una ola emocional para nosotros mismos y para los demás, donde hemos abandonado nuestras rutinas y preocupaciones diarias, donde los medios tecnológicos han inundado nuestro quehacer, donde las dificultades económicas se han incrementado de forma exponencial,… la convivencia en el seno familiar ha necesitado y continúa necesitando una adaptación a esos cambios, un tratamiento asertivo de alta intensidad en las relaciones, unas estrategias que rebajen el elevado estrés personal, familiar, social y laboral que se respira en el ambiente.
Son momentos de crisis, de incertidumbres y de cambios. Nos encontramos entre el miedo y la esperanza. Miedo a un futuro incierto, precario y problemático que está por venir, pero, esperanza en conseguir reforzar las unidades familiares frente al desafío del cambio de valores, de fortalecer relaciones interpersonales íntimas en el seno familiar que han sufrido una prueba de fuego, de prestar ayuda para que las miembros de las familias aprendan a defender lo básico y fundamental frente a la crisis económica en la que gran parte de la población se verá obligada a prescindir de lo superfluo, de facilitar el diálogo intergeneracional. En fin, de afrontar con fortaleza esta pandemia que nos ha tocado vivir.
La convivencia no es fácil, pero en estado de alarma y con el confinamiento, se producen mucho más conflictos y fricciones difíciles de manejar con las personas que más queremos, nuestras parejas, hijos/as, nuestros/as mayores, etc. Podemos interpretar esta situación como una oportunidad para conocernos mejor, para hacer cosas y compartirlas, de esas que queríamos realizar pero nunca teníamos tiempo. Pero aunque nuestra interpretación de esta situación sea con un talante positivo, no olvidemos que genera un estado de ansiedad, que unido al poco espacio que tendremos para cada uno/a y que será compartido, hará que fluyan conflictos y fricciones en la convivencia.
El camino se puede iniciar creando un tiempo para la reflexión a partir de nuestra capacidad para encontrar soluciones a problemas que hasta ahora no habíamos enfrentado, en resumen, una oportunidad para potenciar nuestra mejor versión de nosotros mismos como seres sociales y, por tanto, familiares.
Desde INTERMEDIA.ULPGC abogamos por la preservación familiar y por la parentalidad positiva, y basados en nuestra experiencia, hemos podido comprobar que la convivencia familiar mejora cuando se tienen en cuenta una serie de parámetros, entre los que se podrían destacar:
- Potenciar en todo momento el diálogo entre los miembros del núcleo familiar teniendo claro que el que existan diferencias no es algo malo, sino que por el contrario puede ser visto desde un enfoque de crecimiento personal a través del entender y comprender al otro/a.
- Reflexionar sobre la oportunidad que tenemos de conocernos a nosotros mismos un poco mejor y de cómo hacerlo y en qué actitud nos queremos enfocar. Para ello, es necesario respetar las rutinas y los espacios de cada persona, ya que como seres humanos que somos se hace necesario en ocasiones el poder aislarnos y escucharnos a nosotros mismos para a partir de ahí afrontar de una forma más eficiente los avatares del día a día.
- Organizar el día a día. Cada persona tiene un rol y unas tareas, eso permitirá no crear malos entendidos; pero no olvides bajar el nivel de exigencia en algunos momentos, todos/as lo estamos pasando mal, hasta tú. Reconocer y expresar de forma adecuada los sentimientos de frustración, ansiedad, incertidumbre. Por tanto es conveniente crear un clima positivo en casa: reforzar tareas y comportamientos positivos con palabras positivas, atención, afecto…
- Ver a la otra persona como parte esencial de mi familia pese a que podamos discrepar o tener diferentes puntos de vista en asuntos que nos incumban. En este caso es importante ver estos pequeños escollos como un punto enriquecedor a nuestro propio conocimiento. Es más fácil conseguirlo si evitamos las comparaciones. Las comparaciones solo tienden a generar inseguridad o malestar.
- Tener un espacio para comunicarnos y negociar donde se fomente la escucha activa, donde se respeten los turnos de palabra y la opinión de cada uno/a, y donde las opiniones sean consensuadas y no se den juicios de valor constantes, fomentará un ambiente propicio a una comunicación constructiva; todo ello sumado a no alzar el tono de voz y que el lenguaje corporal sea conciliador. Con esta actitud se podrían prevenir los conflictos y llegar a acuerdos sobre: los programas de la televisión, la música, el menú diario, las tareas, etc. Intenten escucharse sin interrupciones, y si no pudiese ser hablen dando turnos de palabra, de ese modo, todos/as se sentirán escuchados y entendidos.
- Fomentar el sentido del humor nos ayudará a mantener una actitud positiva, teniendo claro el respeto por los límites de la otra persona. Pero siempre hemos de tener presente que utilizar el sentido del humor no es burlarse del otro/a.
- Comprender que en todo conflicto familiar no hay personas ganadoras ni perdedoras, hay seres humanos diferentes que como tales tienen preferencias e intereses que en conjugación con los del resto pueden tener la misma valía e importancia. Utilizar el diálogo y la negociación como forma de solucionar los conflictos, sirviendo de modelo a nuestros hijos e hijas.
- No te asustes si finalmente afloran los conflictos, son parte del ser humano y es natural dentro de las relaciones entre las personas….a veces, son inevitables y también nos ayudan a conocernos y saber los límites de cada uno/a.
INTERMEDIA como servicio gratuito a las familias y a las personas inmersas en conflicto, continúa sirviendo de apoyo y ayuda en esta situación de grave crisis. Consideramos que es importante, y nos congratula, seguir prestando nuestros servicios de mediación familiar, intervención familiar y asesoramiento jurídico, psicológico y socioeducativo, telemática y telefónicamente.